Así lo ha explicado Mons. Angelo Accatino,Nuncio Apostólico en Bolivia, en el saludo inaugural de la Centésima Quinta Asamblea de los Obispos de Bolivia, que inició hoy jueves 8 de noviembre y se prolongará hasta el próximo 13 de noviembre.
En Nuncio Apostólico, destacó que el hecho de tener reunidos a los Obispos en esta CV Asamblea, permite a los mismos invocar las luces del Espíritu Santo para no desviar el camino y estar siempre al servicio de la Evangelización.
En la oportunidad hizo hincapié en la Sinodalidad de la Iglesia, atestiguando que esta Asamblea es un momento para “afianzar y consolidar este «deporte espiritual» que implica ir como comunidad hacia Dios, pidiendo para ello humildemente las luces del Espíritu Santo, orando y trabajando juntos, teniendo como meta la propia santidad y la de quienes conforman el rebaño del Señor, dispuestos a dialogar y colaborar para el bien y el progreso de la Iglesia y de la sociedad boliviana”.
La Sinodalidad de la Iglesia
La Iglesia tiene como nombre «Sínodo», según la hermosa fórmula de san Juan Crisóstomo (In Psalmos, 149,1). Por tanto Iglesia es un nombre que está por Sínodo y Sínodo es un nombre que está por Iglesia. Y la «sinodalidad» es la «dimensión constitutiva de la Iglesia», según expresión del Papa Francisco, la cual nos ofrece «el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico» (Discurso en el quincuagésimo aniversario de creación del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015). Es por ello que desde el inicio de su ministerio petrino, el Papa Francisco ha dado una especial atención al Sínodo de los Obispos, confiado en que éste podrá, como ya ha abierto la posibilidad, dar voz a todo el Pueblo de Dios, no solo mediante sus Obispos, sino involucrando a todas las condiciones de vida presentes en la Iglesia, la cual está llamada siempre más a un camino sinodal. Él, desde el inicio de su Pontificado ha entendido valorar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas del Concilio Vaticano II. Es éste el impulso que el Papa Francisco ha dado y da al término “sinodalidad”, que es «el camino que Dios se espera de la Iglesia del tercer milenio», tal como lo manifestó en el citado discurso del 17 de octubre de 2015. Se trata del Pueblo de Dios, cuyos miembros caminan juntos, en la pluralidad de sus carismas y de sus ministerios y favorecidos por la variedad de vocaciones, todas al servicio del bien común.
La sinodalidad evoca así a la Iglesia como Pueblo de Dios en camino y asamblea convocada por el Señor. En la Iglesia, por lo tanto, se camina juntos para dar cumplimiento al proyecto de Dios y para evangelizar dando testimonio de unidad.
Este proceso incluye el hecho de estar también juntos en asamblea, invocando las luces del Espíritu Santo para no desviar del camino y para estar siempre al servicio de la evangelización. En esta preciosa línea pastoral, el Papa Francisco nos ha regalado la Constitución Apostólica Episcopalis communio, precisamente sobre el Sínodo de los Obispos. Todas las normas en ella contenidas no hacen sino afianzar que la Iglesia es constitutivamente sinodal. En ella se evidencian nítidamente los tres pasos de ese caminar juntos: el primero tiene su inicio en la escucha del Pueblo de Dios, luego en la escucha de los Pastores del Pueblo de Dios y, finalmente, en la escucha del Vicario de Cristo, Pastor y Doctor de todos los cristianos. Todos a la escucha de Dios. Punto que fue resaltado últimamente por el Papa Francisco con estas palabras: «La perspectiva de una Iglesia sinodal y de la Palabra, requiere el valor de escucharse recíprocamente pero sobre todo de escuchar la Palabra del Señor» (Piazza Armerina, 15 de septiembre de 2018).
La sinodalidad está también presente en el camino ecuménico resaltado por el Papa Francisco, que habían empezado y continuado sus Predecesores, a fin de llegar a la plena y visible unidad de una Iglesia que camina con Cristo a la Cabeza. En la nona Congregación general del reciente Sínodo de los Obispos, el director del Methodist ecumenical office, ha dejado oír un apasionado llamamiento a caminar, orar y trabajar juntos apuntando a la santidad, reforzando diálogo y colaboración comunes.
La Asamblea que hoy se abre para esta Iglesia en Bolivia, es momento propicio para afianzar y consolidar este «deporte espiritual» que implica ir como comunidad hacia Dios, pidiendo para ello humildemente las luces del Espíritu Santo, orando y trabajando juntos, teniendo como meta la propia santidad y la de quienes conforman el rebaño del Señor, dispuestos a dialogar y colaborar para el bien y el progreso de la Iglesia y de la sociedad boliviana.
Esto es ejercer la sinodalidad, esto es hacer parte de una Iglesia sinodal, donde no se cuestiona el principio de autoridad, que no deja, por gracia de Dios, de ser un servicio a los demás hermanos y hermanas en El Señor, sino donde cada uno, a partir del papel que le compete, a largo, mediano o corto plazo, ofrece su contribución con sentimientos de respeto mutuo y fraternidad, todos a la búsqueda de un superior bien común. Es exactamente lo que acaba de pasar en la Decimoquinta Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en el Vaticano, el pasado mes de octubre, centrado en el mundo de los jóvenes y sus desafíos.
Fuente: Iglesiaviva.neet