21/01/2016 Este 24 de enero se celebra a Nuestra Señora de La Paz invitados a poder adentrarse en conocer más a la patrona principal de la Arquidiócesis.
San Ildefonso es uno de los más grandes obispos de España, como también uno de los grandes doctores de la Iglesia universal, fue obispo de Toledo a partir de 659, entre sus obras sobresale su tratado “Sobre la virginidad perpetua de Santa María contra tres infieles”, para combatir los errores de la secta javiniana.
San Ildefonso además escribió muchos otros tratados sobre los sacramentos y la espiritualidad, pero su amor filial a la Santísima Virgen se inmortalizo con el milagro que ocurrió en su sede episcopal que era Toledo. Una noche san Ildefonso con sus clérigos entro en procesión a la catedral para rezar los maitines, todos cayeron arrodillados frente a un gran prodigio que ocurría frente a ellos, la catedral se llenó de una luz radiante y en la sede del obispo vieron sentada a la Santísima Virgen María rodeada de ángeles y vírgenes, la Virgen llamo a San Ildefonso, quien se arrodillo frente a ella y la Madre de Dios le impuso la casulla como signo de la aprobación divina a su defensa de la fe frente a los herejes y su amor total como pastor de las almas.
Desde ese momento la Catedral de Toledo fue consagrada a la Madre de Dios que quiso descender en ese lugar como signo de protección a sus hijos que pronto tendrían que dar testimonio de su fe frente a las invasiones de los musulmanes, Este hermoso milagro lo tenemos plasmado en la parte superior del vitral principal del altar mayor de nuestra catedral aquí en La Paz.
Cuando los musulmanes invadieron la península ibérica, Toledo cayo ante los moros y su catedral fue convertida en mezquita, esta ocupación duro cuatro siglos hasta que el rey de Asturias y de León Alfonso VI en 1085 reconquisto la ciudad, los moros vencidos firmaron el pacto de paz con la condición que la catedral siga siendo mezquita para los moriscos que permanecerían en la ciudad, el rey firmo el tratado y se retiró de Toledo.
Los cristianos de la ciudad que tenían, pese al tiempo transcurrido en el corazón y la mente, el milagro del descenso de Nuestra Señora en la catedral, no podían concebir que el recinto sagrado siga en manos de los infieles, y es por ello que atacaron a los moros, quienes a su vez, se defendieron y mandaron una carta al rey Alfonzo VI acusándolo de romper el acuerdo de paz.
El rey Alfonzo VI lleno de ira contra sus súbditos, regreso a Toledo con el firme propósito de escarmentar la desobediencia infringidas por los cristianos, y cuando estaba a puertas de la ciudad recibió una embajada por parte de los moros pidiendo el perdón para sus súbditos cristianos y el anuncio de su retirada definitiva de Toledo y la devolución de la catedral, el rey comunico esta buena nueva al pueblo, que el 24 de enero hizo acto de reparación y entronizo en la catedral la imagen de la Virgen, llamándola Nuestra Señora de La Paz, por haber permitido recuperar la catedral sin derramamiento de sangre y haber restaurado la paz en Toledo.
Sera a partir del año de 1537 que en nuestras tierras, parte del virreinato del Perú en ese entonces, se efectuaron las guerras civiles entre conquistadores españoles, disputando los territorios adquiridos como también su control político, será el padre Pedro de La Gasca quien a encargo del rey de España pacificara estas tierras. Terminadas las guerras civiles y lograda la paz, La Gasca encargara al capitán Alonzo de Mendoza fundar un pueblo nuevo que sirva de conexión entre el Cuzco y Potosí, es así que el 20 de octubre de 1548 se fundara la nueva ciudad con el nombre de Nuestra Señora de La Paz, por considerar a la Virgen la verdadera pacificadora de estas tierras.
En 1610 La Paz será cede del nuevo obispado, y el rey de España regalara a la nueva catedral una bella escultura de Nuestra Señora de La Paz que fue entronizada en el recinto sacro y fue amada como la patrona de nuestra ciudad cuyo nombre lleva, esta imagen hoy esta resguardada en el museo de la catedral y otra imagen de la Virgen de La Paz está expuesta para la veneración del pueblo en uno de los altares laterales de nuestra actual catedral.
Fue el año de 1781 cuando se llevó a cabo las sublevaciones indígenas en los Andes. En La Paz será el caudillo Julián Apaza “Tupak Katari” quien cercara la ciudad durante varios meses, sin embargo nunca pudo ocupar la ciudad puesto que los vecinos construyeron a su alrededor un muro que les servía de barricada e impedía el paso de los rebeldes.
Fueron meses angustiosos pues las provisiones escaseaban y los sitiados tuvieron que sacrificar animales domésticos para comer, incluso hachar mano de las petacas de cuero para no morir de hambre, los indígenas día a día aumentaban sus agresiones contra la ciudad sitiada y desesperados que pese a todo esfuerzo la ciudad no caía, empezaron a construir un dique en el rio Choqueapu para luego reventarlo y así arrasar con la ciudad, los vecinos al darse cuenta del plan de los sitiadores lo único que podían hacer era el de encomendarse a la protección divina, todos, tanto hombres como mujeres, niños y ancianos, pobres y ricos, indígenas fieles, mestizos, Criollos y españoles, sin importar la condición social caían de rodillas ante los pies de la Virgen de La Paz pidiendo su auxilio frente a una muerte segura.
La respuesta de la Madre de Dios no se dejó esperar, el dique se rompió a media construcción y la ciudad se salvó, los sitiadores se tuvieron que marchar ya que el auxilio a la ciudad estaba cerca, y el pueblo paceño juro fidelidad y gratitud a la Santísima Virgen por su protección.
El brigadier Sebastián de Segurola, el 24 de Enero posterior al cerco de La Paz, ordeno que después de la misa dedicada a nuestra protectora la Virgen de La Paz, se bendijeran los productos agrícolas y los víveres de todas las familias rogando que nunca más permita Dios Nuestro Señor, hambruna semejante en nuestra ciudad a cuya protección y de su Santísima Madre se acogió, así nació la feria de alasitas, que teniendo su antecedente pre combino y en la colonia celebrado el 20 de octubre, fue en lo sucesivo la fecha de la fiesta de Nuestra Señora, la protectora de nuestra ciudad cuyo nombre llevamos, que esta fiesta tubo su evolución.
A nosotros nos toca no permitir que esta tradición cristiana sea olvidada, ya que en este tiempo de secularización aumenta la superstición en amuletos extranjeros como el horóscopo chino que nada tiene que ver con nuestra fiesta patronal, como también se intentó político durante los últimos años de poner a la Illa como el centro de esta fiesta, la figura del Ekeko es más cotizada como fetiche de la buena fortuna y nos olvidamos que es Dios nuestro Señor es quien nos acude y protege, es únicamente su bendición la que nos sostiene, junto a la intercesión de su Santísima Madre, no permitamos que la huella de Dios se olvide en nuestra vida y en la de las futuras generaciones, devolvamos a esta fiesta su verdadero sentido invocando a nuestro Dios que es fiel y a nuestra patrona la Virgen de La Paz cuyo nombre llevamos orgullosos todos los paceños.
P. Javier Uría.