La ceremonia de despedida fue sencilla pero cálida. De camino al avión algunos peregrinos apuraron los últimos instantes junto al Papa para intentar saludarlo o hacer fotos o selfies. Sin embargo había prisa y Francisco sólo se detuvo a bendecir a este bebé y a saludar a los miembros de la delegaciones locales civil y eclesiástica.
El presidente de Bolivia le otorgó un último regalo, eso sí, menos controvertido que los anteriores y Francisco, llevando su propia bolsa, subió las escaleras hasta la puerta del avión para volar rumbo a Asunción, Paraguay, la última etapa de su viaje por América Latina.