EL PAPA RECUERDA EL PROBLEMA MORAL ANTE LA POBREZA
16/5/2016 La economía «de la exclusión y de la inequidad» produce un número siempre en aumento «de desheredados y de personas descartadas así como improductivas e inútiles». Al denunciarlo el Papa Francisco invocó «nuevos modelos de progreso» no orientados exclusivamente al beneficio y al bienestar: modelos —explicó al recibir el viernes 13 de mayo a los participantes en la conferencia internacional de la fundación «Centesimus annus pro Pontifice»— «más directamente orientados al bien común, a la inclusión y al desarrollo integral, al aumento de trabajo y a la inversión en los recursos humanos».
En su discurso el Pontífice trató algunas cuestiones de gran actualidad. Expresó su preocupación por la crisis de los refugiados, «cuyas proporciones están creciendo cada día», y recordó las «desgarradoras experiencias de sufrimiento humano, especialmente de familias y niños», de las cuales fue testigo en Lesbos. Para Francisco, «además del inmediato y práctico aspecto de proporcionar ayuda material a estos hermanos y hermanas nuestros», la comunidad internacional debe «encontrar respuestas políticas, sociales y económicas a largo plazo a problemáticas que superan los límites nacionales y continentales y afectan a toda la familia humana».
Recordando luego que «la lucha contra la pobreza no es sólo un problema económico, sino sobre todo un problema moral», el Papa denunció las consecuencias de la falta de trabajo para las familias y sobre todo para los jóvenes. «Los porcentajes de desocupación juvenil —afirmó al respecto— son un escándalo que no sólo requiere ser afrontado ante todo en términos económicos, sino que se debe afrontar también, y no menos urgentemente, como una enfermedad social, desde el momento que a nuestra juventud se le roba la esperanza y se derrochan sus grandes recursos de energía, creatividad e intuición».