La emoción y lágrimas de miles de orureños fueron plasmadas en LA PATRIA cuando se produjo la llegada del Papa Juan Pablo II, el 11 de mayo de 1988 fecha en que el representante de Dios pisó suelo minero, donde los hombres del subsuelo le entregaron un guardatojo; así su santidad quizá sea el único de su jerarquía que lo haya lucido.
Toda la gente se dio cita en el campus adecuado por entonces muy cerca del aeropuerto "Juan Mendoza" para ver al Papa quien dijo: "Mis ojos contemplan maravillados a toda esta multitud congregada aquí, para saludar al Papa y hacerle partícipe de su vida de sus preocupaciones y esperanzas de un futuro mejor", declaraciones incluidas en la edición del Subdecano de la Prensa Nacional el 12 de mayo de 1988.
La multitud escuchó atenta las palabras del Pontífice quien habló de muchos temas como los problemas de desempleo, bajos salarios, mortalidad infantil y pobreza que afectan a Oruro, más aún en aquel periodo cuando se vivía la desocupación masiva de mineros que quedaron sin trabajo, como efecto de la denominada relocalización.
El minero de Catavi, Juan Alborta, fue quien le entregó el guardatojo y llorando, nominó al Santo Padre como un minero más.
Las ediciones de LA PATRIA muestran a una mujer que cargaba una niña en las espaldas, manifestando la fe del pueblo orureño y el Santo Padre en contacto con ella mostró su afecto por los niños.
También las páginas del periódico orureño plasman el mensaje Juan Pablo II a los jóvenes convocándolos a forjar un país mejor con esfuerzo y trabajo en bien de la sociedad.
Otro mensaje que dejó el Papa fue: "Busquen sin descanso la armonía en la justicia y en la libertad. Pongan en juego su sentido de fraternidad y sigan siempre el camino del diálogo, de la comprensión, de la colaboración pensando en el bien de todos".
El Papa no solo visitó Oruro sino también La Paz, Cochabamba, Sucre, Santa Cruz, Tarija y Trinidad, motivo por el que todo el país se paralizó entre el 9 al 14 de mayo de 1988.
Las páginas de LA PATRIA destacan también que la visita del Santo Padre fue un deseo acariciado por los bolivianos quienes estuvieron a su lado para brindar su amor y fe.
El Papa recibió como regalo el poncho de un campesino, el casco de un minero logrando de esta forma tener una mejor comunicación con la gente más pobre, quienes no se cansaban de entonar una canción compuesta en homenaje al Papa Juan Pablo II.
El delegado episcopal de comunicación de la Diócesis de Oruro, René Cueto, señaló que en mayo de 1988, el corazón de los orureños se paralizó cuando vieron aterrizar el avión en el que llegaba el Papa Juan Pablo II.
"Fue emocionante cuando el Papa estuvo en Oruro, las personas como el minero Juan Alborta, quien le colocó un casco y le dijo -los mineros tenemos hambre- y su esposa le ofreció una olla vacía como signo del dolor, el Pontífice quedó anonadado por la los regalos que le dieron estas personas", dijo.
Contó que la gente se dio cita desde las 04:00 de la mañana para tener un lugar y así ver de cerca de Juan Pablo II, quien iba a reunirse con los trabajadores mineros y campesinos que habían perdido su fuente laboral, producto de la relocalización.
"Las primera imágenes que se me vienen a mi mente es el avión sobrevolando, los gritos de la gente de ver al Papa en su papamóvil, esa emoción de tenerlo junto a nosotros", aseguró
Toda la gente se dio cita en el campus adecuado por entonces muy cerca del aeropuerto "Juan Mendoza" para ver al Papa quien dijo: "Mis ojos contemplan maravillados a toda esta multitud congregada aquí, para saludar al Papa y hacerle partícipe de su vida de sus preocupaciones y esperanzas de un futuro mejor", declaraciones incluidas en la edición del Subdecano de la Prensa Nacional el 12 de mayo de 1988.
La multitud escuchó atenta las palabras del Pontífice quien habló de muchos temas como los problemas de desempleo, bajos salarios, mortalidad infantil y pobreza que afectan a Oruro, más aún en aquel periodo cuando se vivía la desocupación masiva de mineros que quedaron sin trabajo, como efecto de la denominada relocalización.
El minero de Catavi, Juan Alborta, fue quien le entregó el guardatojo y llorando, nominó al Santo Padre como un minero más.
Las ediciones de LA PATRIA muestran a una mujer que cargaba una niña en las espaldas, manifestando la fe del pueblo orureño y el Santo Padre en contacto con ella mostró su afecto por los niños.
También las páginas del periódico orureño plasman el mensaje Juan Pablo II a los jóvenes convocándolos a forjar un país mejor con esfuerzo y trabajo en bien de la sociedad.
Otro mensaje que dejó el Papa fue: "Busquen sin descanso la armonía en la justicia y en la libertad. Pongan en juego su sentido de fraternidad y sigan siempre el camino del diálogo, de la comprensión, de la colaboración pensando en el bien de todos".
El Papa no solo visitó Oruro sino también La Paz, Cochabamba, Sucre, Santa Cruz, Tarija y Trinidad, motivo por el que todo el país se paralizó entre el 9 al 14 de mayo de 1988.
Las páginas de LA PATRIA destacan también que la visita del Santo Padre fue un deseo acariciado por los bolivianos quienes estuvieron a su lado para brindar su amor y fe.
El Papa recibió como regalo el poncho de un campesino, el casco de un minero logrando de esta forma tener una mejor comunicación con la gente más pobre, quienes no se cansaban de entonar una canción compuesta en homenaje al Papa Juan Pablo II.
El delegado episcopal de comunicación de la Diócesis de Oruro, René Cueto, señaló que en mayo de 1988, el corazón de los orureños se paralizó cuando vieron aterrizar el avión en el que llegaba el Papa Juan Pablo II.
"Fue emocionante cuando el Papa estuvo en Oruro, las personas como el minero Juan Alborta, quien le colocó un casco y le dijo -los mineros tenemos hambre- y su esposa le ofreció una olla vacía como signo del dolor, el Pontífice quedó anonadado por la los regalos que le dieron estas personas", dijo.
Contó que la gente se dio cita desde las 04:00 de la mañana para tener un lugar y así ver de cerca de Juan Pablo II, quien iba a reunirse con los trabajadores mineros y campesinos que habían perdido su fuente laboral, producto de la relocalización.
"Las primera imágenes que se me vienen a mi mente es el avión sobrevolando, los gritos de la gente de ver al Papa en su papamóvil, esa emoción de tenerlo junto a nosotros", aseguró
Por: Roberto Carlos Dalence Barrios - Periodista
FUENTE: http://lapatriaenlinea.com/?nota=176525