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RETIRO ANUAL 2016 DEL CLERO EN TARATA COCHABAMBA


Sacerdotes del clero paceño reunidos el pasado lunes 11 y por el lapso de 4 días fue en un espacio de reflexión, evaluación y planificación del 2016 en el Convento Franciscano Santuario de San Severino de Tarata.

El Arzobispo de La Paz Mons. Edmundo Abastoflor, los Obispos Auxiliares Mons. Jorge Saldías y Mons. Aurelio Pesoa junto al Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana Mons. Ricardo Centellas acompañan a los 33 sacerdotes y 7 diáconos en esta semana de reflexión.

“El análisis de las parroquias acerca de la reconciliación que es lo principal como sacerdotes y también infundir a nuestros feligreses la misericordia”, son algunos de los temas que son evaluados y reflexionados por los párrocos y Obispos presentes en este retiro que se prolonga hasta este viernes 15 de enero.

Mons. Ricardo Centellas enfatizó mucho el número 17 de la "Misericordie Vultos" del Papa Francisco convocando al año jubilar de la Misericordia.

La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior.

Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido ante la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia.

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